De todas las posibles aplicaciones de la biotecnología, la roja es la que probablemente está causando y causará un mayor impacto en nuestra manera de vivir. La biotecnología roja comprende distintos ámbitos de actuación como el terapéutico, diagnóstico, salud animal e investigación biomédica, y también se puede incluir en esta categoría la biotecnología aplicada al desarrollo de alimentos funcionales y nutracéuticos.
Los medicamentos de origen biotecnológico aparecieron con la insulina recombinante en 1983, y ahora representan más de 100 moléculas diferentes indicadas para tratar más de 200 enfermedades como la artritis, el cáncer, la fibrosis quística... Después de la insulina han venido la hormona del crecimiento, el factor IX de coagulación, la eritropoyetina (EPO), el interferón y los medicamentos del siglo XXI como los anticuerpos monocionales, el Enbrel y las vacunas contra el cáncer de cérvix. Además de todo este nuevo arsenal de medicamentos debemos incorporar los avances espectaculares del sector diagnóstico, donde los anticuerpos monocionales, la PCR y el abaratamiento de los costes de secuenciación del ADN hacen cada vez más cercana la posibilidad de hacer medicina personalizada.
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